Milán Respira Creatividad: Flying Solo Eleva el Talento Emergente
Flying Solo en Milán Fashion Week
Por Salvador Hermoso
Las semanas más esperadas en el mundo de la moda llegaron con el inicio del otoño, y con ellas las texturas, formas y colores que nos hacen amar este universo creativo. Después de ver las siempre imponentes propuestas de New York Fashion Week y los conceptos innovadores de London Fashion Week, esta vez fue el turno de la capital de la moda italiana: Milán Fashion Week, donde los colores, la elegancia y la identidad cultural se mezclan con la vida y hasta con la gastronomía, como lo demostró Moschino bajo la dirección del argentino Adrián Appiolaza.
Si bien las grandes marcas y diseñadores suelen ser los protagonistas, no son los únicos que presentan su obra. También los diseñadores emergentes —que en muchos casos carecen de plataformas para mostrar su talento— encuentran espacios que permiten visibilizar propuestas a la altura de cualquier casa de moda internacional. Impulsar este talento emergente es clave: representa el futuro y la evolución de la industria. Estos espacios, aunque no siempre son los más populares, probablemente esconden al próximo “Avant-Garde” que tanto buscamos quienes amamos la moda.
Como estudiante de moda, Italia me ha permitido ver de primera mano la realidad de un sector que lleva siglos de historia. Y aunque la moda existe en todas partes, vivirla en Milán es adentrarse en un escenario que enriquece el aprendizaje y la inspiración. No se trata solo de formarse como diseñador, sino también de convertirse en artista. Por eso comprendo la importancia de abrir espacios que revelen el arte de los nuevos talentos, de reconocerlos al mismo nivel de apreciación que a las casas consagradas, entendiendo sus ventajas y limitaciones.
Gracias al apoyo de diversos medios de comunicación, el Hotel Four Seasons de Milán y la plataforma neoyorquina Flying Solo, tuve la oportunidad de asistir a dos desfiles que reunieron a diseñadores de múltiples nacionalidades, enriqueciendo sin duda la semana de la moda milanesa. En ambas pasarelas se respetaron las tendencias proyectadas para 2026: mangas rectas con volumen, prints en paletas análogas y el regreso del estilo New Romantic. La colaboración entre diseñadores de ropa y de accesorios mostró cómo la moda funciona mejor en comunidad.
Entre los aspectos más destacados está la convergencia de estilos: a pesar de provenir de culturas y contextos distintos, los diseñadores lograron satisfacer las necesidades de los fashionistas con propuestas frescas. Sobresalió el uso de telas ligeras para la temporada primavera-verano, aportando movimiento y comodidad, además de materiales poco convencionales como el silicón sustentable en tops y accesorios, que se integró a la tendencia This Figure. También vimos prints en seda y colores degradados que aportaron un efecto grainy pero elegante.
La experiencia culminó con un after party pensado para que los diseñadores compartieran en un ambiente relajado después de presentar sus colecciones. Una oportunidad perfecta para el reconocimiento mutuo y el coworking, tan necesario en esta industria.
Hablar de Fashion Week es hablar de evolución constante. Esperamos con ansias las colecciones de nuestras marcas favoritas, pero también es fundamental no perder de vista a los nuevos talentos que merecen visibilidad. Para quienes crecimos leyendo sobre estos eventos en revistas, películas o series, vivirlos en persona es inspiración pura para no abandonar los sueños y abrir horizontes. Como dijo Anton Ego en la película Ratatouille:
“El mundo suele ser cruel con el nuevo talento, las nuevas creaciones… lo nuevo necesita amigos. No cualquiera puede convertirse en un gran artista, pero un gran artista puede provenir de cualquier lado.”